Fiche de document Dossier : La responsabilidad de militares en la construcción de paz: el ejemplo del Ecuador

, Quito, février 2008

Fuerzas Armadas y ciudadanía (2/2)

Temas de exclusión aún pendientes : la cuestión de género.

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Réf. : “Fuerzas Armadas, Desarrollo y Democracia”, capítulo “Fuerzas Armadas, Democracia y Ciudadanía. Una reflexión preliminar”, de Fernando Bustamante, Quito, ILDIS, CELA, ABYA-YALA, Academia de Guerra de la Fuerza Terrestre, 1996.

Langues : espagnol

Type de document : 

Comúnmente el mundo castrense ha sido (y sigue siendo, en muchos casos) un asunto exclusivamente de hombres; un asunto vinculado a valores del ámbito de lo viril. En América Latina, sólo los grupos militares cubano y chileno han dado cabida a las mujeres en sus cuarteles [el texto base de esta ficha fue escrito en 1996].

Por lo general, y esto se ha visto a lo largo de la historia, los servicios de las mujeres en el ámbito militar no se consideran homólogos a los de sus colegas hombres, ni desde el punto de vista funcional ni desde el punto de vista de valoración de su significado político. Para la mujer no es una obligación la defensa de la nación, mientras que para el hombre, sí. En este sentido, se presupone que la mujer no tiene las mismas capacidades que el hombre para ciertas responsabilidades ciudadanas. Hay una desvalorización de la mujer frente a una actividad que constituye, teóricamente, una de las capacidades de ser ciudadano a pleno derecho.

Hay varias posiciones frente a esta problemática. Muchos sostienen que en el mundo castrense las mujeres son “iguales pero diferentes”; sus roles no son menores, sino simplemente distintos. El detalle es que aquellos roles “distintos” siguen atados a los roles domésticos tradicionales, o a formas de servicio derivadas o relacionadas a éstos.

Otra visión es la del “rol pacifista” propio de la mujer. Su forma de defensa de la nación es trabajar en pro de actividades pacifistas antimilitares, porque “La naturaleza de la mujer sería intrínsecamente opuesta a la “agresividad masculina” y tendría su punto de partida en alguna forma de superioridad moral y afectiva frente al mundo de los varones. Aunque esta postura puede revestir formas modernas, en nuestro medio es perfectamente compatible con un discurso tan tradicionalista como el “marianismo”, que, como es sabido, es la cara opuesta de la medalla del patriarcalismo.” (p. 117)

Se ha planteado también el trato igualitario a las mujeres en todos los ámbitos relativos a la ciudadanía. La exclusión de las carreras castrenses, entonces, sería una forma de relegarlas a una ciudadanía de segunda clase y romper deliberadamente con la supuesta igualdad. “(…) en muchos países el problema de la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas ya no es visto tanto en términos de cuestionamiento sobre su eficacia como militares, sino más bien en términos de las implicancias que esto tiene para la plena vigencia de los derechos ciudadanos y para la calidad democrática de los sistemas políticos respectivos. Por otra parte, la naturaleza altamente tecnológica de la guerra moderna hace cada vez menos importante la fuerza y la resistencia física, como criterio decisivo de una amplia y creciente gama de misiones.” (p. 118)

El argumento sobre el tema de género en las Fuerzas Armadas se vincula más al argumento sobre la naturaleza de los derechos de la mujer antes que al argumento sobre sus capacidades para desempeñarse con eficiencia en el mundo castrense. Si el “feminismo de la diferencia” se opone a esta integración con el argumento de que tales roles violentarían la naturaleza moral femenina, estaríamos ante una nueva problemática, ya que este tipo de argumentos se deberían aplicar a todos los derechos políticos y ciudadanos, y se deberían rehacer en términos de género. “(…) una ciudadanía de las diferencias amenaza seriamente los esfuerzos seculares por darle un contenido universal a la noción de derechos humanos y/o ciudadanos. En lo tocante al género, por ejemplo, el respeto a las diferencias étnicas puede redundar en una negación de ciertos derechos liberales de la mujer, en nombre del respeto a las especificidades del grupo cultural al que pertenece.” (p. 119)

La pregunta sigue abierta : ¿deben ser las obligaciones militares, propias de la ciudadanía, iguales para hombres y mujeres ? Poner límites para el grupo de las mujeres es romper con el concepto de igualdad ciudadana, y el hecho de romper la igualdad, en nombre de diferencias esenciales relacionadas al género, significaría socavar la concepción universalista de los Derechos Humanos.

Commentaire

El tema de género en las Fuerzas Armadas es un tema nuevo. En el Ecuador solo en los últimos años se ha permitido el ingreso de mujeres a las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, en calidad de oficiales. Anteriormente, su ingreso era permitido en cuanto profesionales que prestaban servicios. En realidad, como afirma Bustamante, la ciudadanía y el rol de las mujeres no debería tener límites en nombre de la universalidad de derechos. Guadalupe Larriva, fallecida Ministra de Defensa, mostró interés en velar porque las mujeres oficiales de las Fuerzas Armadas sean respetadas en sus derechos. Sin embargo, para que el rol de las mujeres en la milicia y en la sociedad sea valorado, es esencial un trabajo a nivel cultural, es decir a nivel de las creencias (no tanto en cuanto a leyes) que hombres y mujeres tienen acerca de la existencia de militares mujeres. Queda también por verse, si la inclusión de las mujeres en las Fuerzas Armadas se constituye como una nueva fuente de construcción de paz y de puentes de relación con la ciudadanía.

Fernando Bustamante es un prestigioso académico ecuatoriano. Actualmente es Ministro de Gobierno.

Notes

  • El texto se cita literalmente en las tres ocasiones señaladas (pp. 117, 118 y 119).

  • Los contenidos de la presente ficha han sido tomados del libro “Fuerzas Armadas, Desarrollo y Democracia”, capítulo “Fuerzas Armadas, Democracia y Ciudadanía. Una reflexión preliminar”, de Fernando Bustamante.