Julio Balconi, Guatemala, avril 2008
Entrevista con el General Julio BALCONI
Entrevista realizada por Henri Bauer y Nathalie Delcamp (Irenees).
Irenees :
¿Puede presentarse, por favor?
General Julio Balconi :
General de División en situación de retiro Julio Balconi, miembro del Ejército de Guatemala, de 1963 a 1997.
Irenees :
¿Cuáles son las principales razones de su compromiso por la paz?
General Julio Balconi :
Durante mis años de servicio en el ejército pude darme cuenta de que algunos procedimientos utilizados para la ejecución de operaciones militares por parte del ejercito, no tomaban en cuenta la seguridad de las personas que habitaban en los lugares afectados por la presencia insurgente, y muchas veces se vieron afectados por la acción desmedida de las tropas que, buscando información sobre las actividades de la guerrilla, presionaban a los pobladores para delatarlos. La insurgencia por su parte, actuaba en la misma forma, amenazando a los habitantes para que les facilitaran alimentos e información sobre la presencia militar. Estas actitudes de ambos contendientes, fueron utilizadas en casi toda la etapa de la guerra, provocando movimientos masivos de la población hacia otras áreas del territorio nacional, o hacia México principalmente. Nunca estuve de acuerdo con esta forma de proceder. Al comentarlo con mis compañeros, me di cuenta que no era el único que pensaba que era necesario actuar dentro de los cánones legales establecidos. Así fue surgiendo una corriente orientada a cambiar los procedimientos tradicionales de un ejército que actuaba con un margen muy alto de autonomía del resto de instituciones del Estado. Esa corriente de pensamiento dentro del ejército con la cual me identificaba, con el tiempo fue ocupando posiciones de mando importantes, desde donde se podía incidir para realizar los cambios urgentes y necesarios para sustituir aquellas viejas prácticas.
Tuve la suerte de ser seleccionado para integrar la camisón de paz del gobierno, que asumió la representación del gobierno para negociar con la guerrilla los términos de un acuerdo de paz que pusiera fin al enfrentamiento armado interno. Desde esta posición, aquellos anhelos de cambio fueron tomando cuerpo, y finalmente, como ministro de la defensa, pude contribuir, junto con muchos de mis colegas, a que la institución armada se vaya orientando hacia una transformación profesional y técnica adecuada para los tiempos de paz que vive el país.
Irenees :
En Guatemala hubo algunas corrientes militares que afirmaban que el ejército debía ser todo para el militar. Otras decían que el ejército era un instrumento de realización profesional que no abarcaba la vida entera del militar, que ésta encontraba su sentido en otros lugares. Los primeros estaban poseídos por el ejército; los segundos, siendo militares excelentes, eran libres. Los primeros fueron más atraídos por la violencia, los segundos hicieron la paz. ¿Qué fué lo que le permitió a usted permanecer libre y no perder de vista la paz?
General Julio Balconi :
Los hechos descritos anteriormente fueron en gran medida lo que me motivó a pensar siempre que la guerra no tenia sentido, pues si luchábamos por superar las injusticias, la marginación y la pobreza en general, qué sentido tenía la violencia que generaba la guerra? La insurgencia, muchas veces manifestó en sus comunicados, que su lucha era por superar la exclusión social y lograr la participación política en un marco democrático amplio. Eran pensamientos coincidentes, pero los medios para logarlos era lo que nos diferenciaba. La opción de la guerra popular para conseguir sus propósitos marcó nuestras grandes diferencias. Por lo tanto, si nuestros esfuerzos iban por caminos paralelos, sólo era necesario hacerlos coincidir en un marco de distensión militar y de diálogo franco y sincero. La posibilidad de acudir a una mesa de negociación nos facilitó las cosas. Con la idea de la paz en mente, fuimos creando las condiciones para que la distensión militar fuera una realidad, y una vez lograda, el resto fue menos difícil de lo que muchos se imaginaron.
Irenees :
Ex-ministro de la defensa guatemalteco, comprometido como el delegado de más alto rango militar en las negociaciones de paz con la guerrilla de ese país: ¿por qué, si la guerrilla era “el enemigo número uno” del ejército, sentarse a dialogar con ellos? ¿Por qué estrechar la mano de un comandante guerrillero como lo fue el señor Rodrigo Asturias, más conocido como Gaspar Illom?
General Julio Balconi :
Efectivamente a la guerrilla la considerábamos el enemigo número uno, hasta que tuvimos la oportunidad de vernos personalmente en un escenario diferente. El proceso de negociación entre el gobierno y la insurgencia surgió como una oportunidad no prevista. No fue el fruto de iniciativas nacionales. Fue producto de un esfuerzo regional, que afortunadamente coincidió con eventos internacionales, como la caída del muro de Berlín y posteriormente la disolución de la Unión Soviética, hechos que contribuyeron a debilitar las acciones militares y político-estratégicas de la guerrilla. Cuando cada país centroamericano definió su propio proceso, dentro del marco de Esquipulas II, la guerrilla guatemalteca no tuvo mas remedio que acceder a la invitación de la Comisión Nacional de Reconciliación a definir los términos del proceso de diálogo, para buscar la paz por medio de una negociación política.
Lo que vino después, fue una secuencia de hechos que finalmente, permitieron que en la etapa final del proceso, que URNG y el gobierno, en un espacio de tiempo de aproximadamente seis años, abordaran una agenda amplia de temas que concluyó con la firma del acuerdo de paz firme y duradera.
La comisión de paz del gobierno, por decisión del Presidente de la República, fue integrada por civiles y militares, de tal manera que, aunque los miembros de la institución armada no estuvieran de acuerdo con tener representantes en dicha delegación, tuvieron que aceptar, con cierto escepticismo, las órdenes superiores.
Como puede apreciarse, acudir al diálogo no fue del agrado de los militares nombrados, y aquí me incluyo. La experiencia acumulada por tantos años de lucha armada, no nos permitía apreciar la posibilidad que nos presentaba ese nuevo escenario, el que nos parecía inútil, pues pensábamos que la guerrilla lo utilizaría como un medio para continuar la guerra, o si, en un remoto caso llegáramos a algún acuerdo, esta no estaría dispuesta a cumplirlo.
La desconfianza era el muro más grande que había entre ambas delegaciones cuando iniciamos el proceso de diálogo. En lo personal, y después de intercambiar algunos saludos con los miembros de URNG, me pareció que era importante buscar un acercamiento con cada uno de ellos para explorar las posibilidades de abordar los temas de la agenda con seriedad y con la intención de encontrar puntos de coincidencia que pudieran visualizar acuerdos factibles de cumplir.
Rodrigo Asturias, desde el inicio de los encuentros se mostró como el más accesible de los cuatro representantes de la guerrilla. Me pareció que era la persona a la que debía abordar para indagar si era posible conversar con él sobre mis inquietudes. Para mi sorpresa, no sólo estuvo anuente, sino que él también quería indagar sobre las verdaderas intenciones del ejército. Si había disposición a acatar los compromisos derivados de las negociaciones y que grado de credibilidad teníamos los delegados de la institución ante nuestros compañeros.
No fue difícil entablar una buena relación entre ambos, pues los cuestionamientos que nos planteamos mutuamente, se fueron discutiendo a lo largo de los encuentros programados por la Camisón Nacional de Reconciliación, en horas en que el trabajo de ambas delegaciones había concluido. Lo hicimos a título personal, pues no cantábamos con la anuencia de nuestros respectivos compañeros de comisión.
Al final, esos encuentros dieron paso a reuniones con los otros integrantes de URNG y posteriormente se extendieron a los cuados de mando del ejército, hasta que logramos detener el enfrentamiento armado, en una especie de pacto de caballeros, porque la negociación no había concluido. Rodrigo jugó un papel importantísimo en todo este proceso, pues sin su intervención no hubiera sido posible llegar hasta la suspensión de las operaciones militares insurgentes como un aporte significativo a la paz que tanto anhelaba el pueblo de Guatemala.
En medio de toda esta serie de acontecimientos, consolidamos una verdadera amistad que trascendió hasta nuestras familias.
Irenees :
¿Cómo explica usted el conflicto armado guatemalteco y sus estrategias sumamente dramáticas? Por una división ricos/pobres? ¿Por factores ideológicos? ¿Por la guerra fría en Guatemala?
General Julio Balconi :
El enfrentamiento armado en Guatemala se inició como un levantamiento militar, organizado por oficiales del ejército inconformes con el gobierno dirigido por un general, a quien se le acusaba de corrupción. La asonada no tuvo éxito y los líderes tuvieron que huir hacia México y Honduras en donde fueron abordados por los dirigentes del partido comunista guatemalteco, que para ese entonces estaban en el exilio. Ese encuentro entre militares jóvenes frustrados por no haber logrado convencer a sus compañeros para que los apoyaran en lo que consideraban una acción patriótica y los viejos intelectuales que creían fervientemente en los postulados del comunismo internacional, consolidó una alianza político-militar que se tradujo en el primer brote guerrillero en el país. Las motivaciones podría decir que fueron ideológicas, enmarcadas en lo que se conoció como la guerra fría.
Más adelante, y por razones estratégicas, los grupos guerrilleros fueron cambiando sus objetivos político-militares, los que orientaron hacia la reivindicación de los derechos de los pobres, que en Guatemala son el 70% la población. De esa cuenta, en la segunda etapa de la guerra, que se inició a principios de los 70,s, surgieron dos grupos guerrilleros cuyos nombres responden a esos objetivos: “Organización del Pueblo en Armas” y “Ejército Guerrillero de los Pobres”
Indudablemente, la intención de la insurgencia de capitalizar el descontento de la población por las condiciones de pobreza en que vivía en aquella época, dio relativos resultados, ya que a finales de ésa década, la guerra se había extendido a casi todo el territorio nacional, situación que sobrepasó la capacidad del ejército para atender todas las necesidades de seguridad. Así surgieron las patrullas de autodefensa civil, como un complemento a los efectivos militares, las que fueron determinantes para neutralizar las acciones insurgentes que se multiplicaban en el país. Ese período fue el más violento, el que provocó la mayor cantidad de muertos, heridos, lesionados, viudas y huérfanos.
En una autocrítica realizada por la dirigencia de URNG en 1984, llegan a la conclusión de que, alcanzar los objetivos propuestos era prácticamente imposible, por lo que se preparan para reorganizarse y esperar condiciones internacionales mas favorables para seguir la lucha armada.
Sin embargo, los hechos que se dieron en adelante, culminaron con la disolución de la Unión Soviética y con el fin de la guerra fría. Cuba entró en una crisis interna muy grave, lo que impidió que continuara siendo el soporte logístico de los grupos insurgentes. Cuando se plantea la posibilidad de buscar la solución de los conflictos centroamericanos por la vía del diálogo y la negociación, URNG se encontraba en una situación muy complicada, especialmente con los grupos armados en el interior del país.
Irenees :
Sabemos que para que un enfrentamiento armado tenga lugar, es necesario que dos grupos diferentes se consideren contrarios y que cada uno elabore la imágen del otro como su enemigo mortal: ¿cómo los miembros del ejército y de la guerrilla, salidos en gran parte de los mismos medios socio-económicos y culturales en un país tan pequeño como Guatemala, llegaron a considerarse mutuamente como enemigos mortales?
General Julio Balconi :
En el esquema estratégico de la guerrilla, el ejército sólo era un obstáculo para sus propósitos de hacerse con el poder para implantar su propio sistema. Obviamente, era el obstáculo más grande y por lo tanto, uno de los objetivos principales de la guerra que le declararon al Estado guatemalteco, fue precisamente debilitarlo, neutralizarlo o, en el mejor de los casos, desaparecerlo como institución del Estado.
Durante los primeros años, la guerrilla se cuidó de no tener enfrentamientos directos con el ejército, posiblemente porque sus líderes habían sido miembros de la institución armada y no querían enfrentar a sus propios compañeros con quienes mantenían alguna amistad. Pero en 1966, ocurrió el primer enfrentamiento en el que murieron 14 miembros de una patrulla incluyendo al capitán que los comandaba. El grupo de los insurgentes que realizó dicha acción era dirigido por Luís Turcios, compañero de promoción del capitán fallecido. Este hecho marco el inicio de la lucha armada que tuvo etapas muy violentas, como la que se dio entre 1979 y 1983, en la que el ejército perdió aproximadamente unos 3000 efectivos entre oficiales, especialistas y soldados.
Se habla mucho de las acciones del ejército contra objetivos no militares, pero no se mencionan las que, con mucha frecuencia, realizaba la insurgencia en contra de personas y poblaciones que no quisieron colaborar con ellos, acusándolos de delatores, lo que significaba su eliminación física.
Todos estos hechos lamentables hicieron que, tanto los miembros de la institución armada como los de la insurgencia, se vieran como enemigos irreconciliables.
Irenees :
Una rama del ejército, incluyendo algunos oficiales, se opuso a los diálogos con la guerrilla, porque no aceptaban que fueran tomados como interlocutores legítimos. Por otro lado, otros sectores se oponían a éstas negociaciones, por ejemplo la élite económica tradicional, que en Guatemala tiene mucho poder: ¿cómo logró usted instaurar este diálogo en un contexto de oposición fuerte tanto al interior del ejército como al exterior?
General Julio Balconi :
Una vez definido el esquema en que se abordaría la negociación por parte del gobierno, el ejército inició una etapa de concienciación entre sus miembros, que serviría, inicialmente para conocer, en las diferentes escalas jerárquicas, la opinión que cada quién tenía sobre una posible negociación con la guerrilla para logar el fin del enfrentamiento armado interno. Este primer tratamiento del tema reflejó el alto grado de desconfianza y escepticismo que había en la mayoría de los miembros de la institución armada. Más del 90% opinó que no era conveniente sentarse a dialogar con los grupos armados al margen de la ley, pues, les parecía que ningún acuerdo firmado por ellos sería respetado.
Ante este panorama, y tomando en cuenta que la posibilidad de ir a la mesa de negociaciones era una decisión política y no militar, el mando del ejército se vio en la necesidad de iniciar una especie de campaña interna por el diálogo y la negociación como la única vía para terminar con el conflicto.
Afortunadamente, los ministros de la defensa nombrados a partir del inicio del proceso de negociación, fueron miembros de la camisón de paz del gobierno, lo que permitió profundizar esa campaña por la paz dentro de las filas de la institución. Dicha campaña se fue fortaleciendo en la medida que los resultados del diálogo en la mesa se convertían en acuerdos factibles de cumplir y así se fue revirtiendo el porcentaje de los que estaban en contra del proceso. Cuando asumí el ministerio de la defensa, las reuniones secretas con la insurgencia comentadas anteriormente, terminaron de convencer a los pocos inconformes que aún permanecían en la filas de la institución armada, lo que facilitó la etapa final de la negociación. Algunos militares que se resistían a aceptar el curso de los acontecimientos, estaban fuera del ejército y sus manifestaciones de inconformidad no incidieron ni afectaron la plena disposición de la institución de apoyar los acuerdos políticos que pusieron fin a la guerra en el país.
Como puede apreciarse, el diálogo interno fue un esfuerzo promovido por el mando militar. No puedo, por lo tanto, atribuirme el mérito de haber logrado convencer a la mayoría de mis colegas para que apoyáramos institucionalmente la negociación política en busca de la paz.
En el ámbito de los sectores económicamente poderosos, ningún esfuerzo tuvo buenos resultados, porque su decisión de participar en los diálogos fue posible sólo cuando vieron que sus intereses estaban en riesgo. Después de firmado el acuerdo socio-económico, la paz dejó de ser una prioridad para ellos.
Irenees :
¿Cuáles son, según usted, los elementos más importantes para que una negociación de paz llegue a la instauración de acuerdos entre las partes?
General Julio Balconi :
En primer lugar, que los miembros de cada una de las partes sean verdaderos representantes de sus respectivos sectores y que tengan la capacidad de asumir la responsabilidad de aceptar los compromisos derivados de la negociación cuando se concrete un acuerdo, y no tener que interrumpir las discusiones para consultar a instancias superiores. En segundo lugar, que haya un mínimo de confianza entre los negociadores, para que las discusiones se realicen con la mayor seriedad posible y así, evitar las acciones dilatorias utilizadas para prolongar las deliberaciones, cuando en realidad, lo que se busca es evitar los acuerdos.
Irenees :
Luego de un conflicto armado viene normalmente un debate entre dos tendencias, la que quiere la “justicia” y la que quiere la “reconciliación”: ¿se dio este debate en Guatemala?
General Julio Balconi :
Después de la firma de la paz, se inicio una etapa de debates entre sectores organizados de la sociedad y representantes de gobierno y del ejército. Estos encuentros, que en los primeros años del post-conflicto fueron muy frecuentes, generaron una serie de planteamientos acerca de la conveniencia de promover la búsqueda de la justicia como base para acceder a la reconciliación.
Sin embargo, se hizo evidente que la intención de algunos grupos fue utilizar este argumento para disfrazar una especie de venganza, al tratar de condenar al ejército como institución, dejando de lado la individualización de los casos para encontrar a los verdaderos responsables de violaciones a los derechos humanos y a los que, no importando el bando en el que hubieran actuado durante la guerra, habían cometido actos reñidos con la ley.
El interés genuino de mantener el diálogo abierto para superar los odios y conflictos derivados de los largos años que duró la guerra, se fue desvaneciendo, al extremo que hoy, los grupos sociales organizados se muestran renuentes a acudir a los llamados del gobierno a integrarse a las mesas de diálogo para tratar temas de interés nacional, pues la experiencia indica que esos foros son utilizados para confrontar y no para buscar soluciones.
Irenees :
Usted escribió un libro “Hacia la reconciliación: Guatemala 1960-1996”: ¿por qué este libro?
General Julio Balconi :
El proceso de negociación guatemalteco tuvo experiencias muy particulares, que lo diferencian de los otros procesos que se dieron en El Salvador y Nicaragua. Mi intención, al escribir ese libro fue comentar, desde mi óptica, lo que dio lugar a esas particularidades que pueden ser de mucha utilidad a otros países que tienen en proceso la solución de conflictos similares al nuestro.
Irenees :
¿Cuál es, según usted, el sentido de la firma de los acuerdos de paz en 1996?
General Julio Balconi :
Los acuerdos de paz, son un compendio de propuestas viables en todos los órdenes de la vida nacional, construidos con el esfuerzo de muchos sectores que directa o indirectamente participaron en el proceso de negociación de los mismos. La firma del acuerdo final de paz, conlleva el deseo de los protagonistas de que su contenido se materializara en hechos concretos que permitieran transformar al país en uno más solidario, más equitativo y más democrático, condiciones básicas para su desarrollo.
Irenees :
¿Quiénes fueron les actores, nacionales e internacionales, que más favorecieron las negociaciones de paz?
General Julio Balconi :
Entre los actores nacionales que se pueden mencionar, están: la iglesia católica, el gobierno, el ejército. Entre los internacionales están: el gobierno de México, la ONU, la Federación Luterana Mundial, el Grupo de Países Amigos del Proceso de Paz integrado por México, Noruega, EEUU, Colombia y Venezuela.
Irenees :
¿Qué piensa usted de los informes acerca del conflicto armado en Guatemala elaborados por las Naciones Unidas por un lado y por la oficina de derechos humanos de la diócesis de Guatemala por otro lado que acusan a los actores de la violencia de violaciones a los derechos humanos?
General Julio Balconi :
Son informes parciales, que no recogen todos los hechos que se suscitaron durante los 36 años de enfrentamiento armado interno. Se construyeron en el marco de un conflicto ideológico, pues la mayoría de los equipos de investigadores que participaron en la recolección de la información evidenciaron su filiación ideológica al negarse a investigar casos relacionados con violaciones a derechos humanos por parte de los grupos guerrilleros. Privilegiando los que vinculaban a las fuerzas armadas y a los patrulleros civiles.
Cuando estos informes se dieron a conocer públicamente, generaron una serie de comentarios de sectores y personas que no compartían su contenido por considerarlos parciales o sesgados. El resultado fue que no tuvieron la acogida que se esperaba, pues no contribuyeron a consolidar la paz y promover la reconciliación.
Algunos intelectuales dicen que lo que hubo en Guatemala no debe llamarse “conflicto armado interno” ni “guerra civil”, sino “guerra contra la sociedad civil” porque tanto la guerrilla como el ejército se afrontaban dejando en medio la población civil inocente que fué una de las grandes víctimas de este conflicto. ¿Qué piensa usted?
La verdad de todo esto es que la guerrilla tenía un propósito fundamental, por el cual lucharon durante tantos años: la toma del poder para convertir a Guatemala en un país socialista. Para conseguirlo utilizaron diversas estrategias tanto políticas como militares. Una de estas fue el involucramiento de la de población rural en apoyo a sus actividades insurgentes, Tuvieron relativo éxito al lograr incorporar a sus diferentes estructuras a número considerable de personas del altiplano del país. Esto derivó en una lucha violenta que afectó a muchas poblaciones, especialmente a las indígenas. Las acciones militares fueron también apoyadas por los patrulleros civiles. El resultado fue lamentable, hubo muchas bajas de parte de la guerrilla y del ejército, pero quienes resultaron más afectados fueron los pobladores que, no siendo población involucrada, sufrieron la represión de ambos, lo que provocó enormes movilizaciones internas y hacia México, tratando de huir de la violencia desatada por la guerra.
Irenees :
¿Cuál cree usted que es la responsabilidad de los militares en la construcción de la paz?
General Julio Balconi :
El ejército como institución y la mayoría de sus integrantes en lo individual, se comprometieron a apoyar la búsqueda de la paz por medio de la negociación política. El proceso de distensión militar que se dio entre el ejército y la guerrilla antes de la firma de la paz y la desmovilización de los patrulleros civiles, casi un año antes de que concluyera el enfrentamiento armado interno oficialmente, son un claro ejemplo de este compromiso. Estos hechos interpretados como muestra de buena voluntas y de confianza entre ambos, permitieron que después de firmados los acuerdos finales de paz, no hubiera ningún incidente entre militares y ex guerrilleros.
Irenees :
Usted suele presentarse como un “general retirado”, asociando las dos palabras, como queriendo articular militar y civil. En una situación de guerra es sumamente difícil para los involucrados ver la paz, imaginarla, pensarla, aunque es necesario: ¿fue su caso? ¿Y ahora, en una situación de paz, cómo ve usted la guerra? ¿Y la paz?
General Julio Balconi :
El fragor de la guerra no nos permitía visualizar ni siquiera el más mínimo espacio para la paz. Era algo que todos, o por lo menos, la mayoría deseábamos pero imaginarla era muy difícil. Los heridos y los muertos nos recordaban que había que luchar para sobrevivir. Por eso, cuando se planteó la posibilidad de iniciar un proceso de diálogo entre las partes para buscar por medios políticos la paz, nos parecía más una tregua para la insurgencia que le permitiría reorganizarse y fortalecerse logísticamente para continuar la lucha armada.
Sin embargo, ahora me resulta más fácil ver la guerra desde la paz; he tomado cierta distancia que me permite ver con detenimiento algunas cosas que en aquellos momentos difíciles se pierden de vista. Por ejemplo, disfruto mucho a mis nietos, comparto más tiempo con mis hijas, las comidas, los viajes, la lectura. La paz es un bien invaluable que muchos en Guatemala todavía no aprecian.